El sentirnos más o menos bien, depende de qué tan mal nos hayamos sentido antes. Creo que el poder sentirse alto es consecuencia necesaria de haberse sentido bajo, previamente. Por ello, no han de perder la esperanza aquellos que se han sentido en el fondo de un pozo y han logrado (con o sin ayuda) salir de él, porque ellos ven el cielo más brillante y la claridad de la noche, que no deja de centellear.
Sigamos admirando el alto cielo y el bajo pozo, mientras transitamos por esta vida.
Valeria A. García.