La vida es un regalo de Dios, lo que hacemos con ella es el regalo que le damos a Dios.

miércoles, 6 de mayo de 2015

Que yo era mejor que yo.

Fui egoísta, según él. Quizás, también, en mi opinión.
El problema es que en el momento, se me hizo difícil de ver. El problema es que en el momento, me tapizó la mirada un velo de orgullo, ira y tristeza, que hizo las veces de excusa, y me hizo ver que todos los demás fueron crueles victimarios míos. Por supuesto, cualquier retazo de empatía quedó anestesiado por mi soberbia. Pero la visión no es otra cosa sino la percepción propia de la realidad; y la percepción propia de la realidad es algo que varía de persona en persona. Pero cada persona es diferente, y lo es cada realidad. No hay persona, y no hay realidad. Por eso, el Otro es siempre difícil de entender.
«Eso de creerme mejor que los demás, no va conmigo», me repetí tantas veces, sólo para descubrir, ahora, que ni yo misma me lo creía. Y que la “yo” que descubría esa verdad era mejor que la “yo” que, segundos atrás, la desconocía. Que, reiteradamente, crecía, maduraba y me recreaba en un acto tan sencillo como desmantelar una sutileza.

Al final, después de pecar, descubrí  que yo, era mejor que yo.